Hola a todos:
La revista Dojo del presente mes trae un escueto reportaje sobre la película del director Yoji Yamada que se estrena esta semana en la cartelera española, El Ocaso del Samurái (Tasogare Seibei, 2003), enmarcada en el chambara, género de AA.MM. geninamente nipón que versa sobre la época feudal del Japón, cuando los samuráis eran considerados héroes nacionales por sus proezas en el campo de batalla.
El Ocaso del Samurái es, básicamente, una historia preciosista basada en una novela del escritor Shuhei Fujisawa, sobre la atribulada vida de Seibei Higuchi (Hiroyuki Sanada), un samurái viudo que para mantener a sus dos hijas y su madre, debe asumir un puesto burocrático malpagado en el Japón del siglo XIX que compagina con otras labores propias de pueblo llano (campesinos y artesanos).
En su círculo de compañeros de armas, Seibei no resulta demasiado apreciado por su carácter pacífico y humilde. De hecho, sobre este extremo se fundamenta el argumento de la historia, según el director: La película subraya los problemas que podían tener ciertos samuráis a los que no les gustaba ni la violencia ni el tipo de comportamiento que se esperaba de ellos, como eran el beber con los compañeros de profesión o tratar con ligereza a las mujeres. No obstante, al conocer a una joven de noble familia, Tomoe (Rie Miyazawa), se da cuenta que su corazón todavía alberga sentimientos de amor por el bello sexo, pese a la muerte de su mujer y al cariño de sus hijas.
Tomoe está separada de su brutal marido, un samurái renegado que no respeta el Bushido (Código del Samurái), que debido a su comportamiento provocador por culpa del alcohol, cometerá el error de retar en un duelo a Seibei. Duelo en el cual el protagonista vence al samurái con un bastón de bambú. Aun así, el villano jurará vengarse... recurriendo a artimañas viles que pondrán en peligro a toda la familia de Seibei.
Debe advertirse que El Ocaso del Samurái no se recrea en la faceta heroica del protagonista, sino en la dimensión humana de un guerrero que no comparte ciertos valores del Bushido, cuya personalidad va desvelándose a medida que transcurre el metraje: Seibei es un padre amantísimo de su prole, encubre sus aptitudes para la lucha, vive de forma humilde, etc. La película, pues, es prolija en detalles de la vida cotidiana del Japón feudal, que son plasmados mediante planos generales y largos, música poética y diálogos simples. Yoji Yamada insiste en que mi película es como un fresco grabado con naturalidad, como una fotografía ficticia de una época y de unos personajes en los que el cambio inminente en su país les dotaba de una especie de áurea nihilista, casi de estatus de especies en extinción. Precisamente este sentimiento fatalista preside en todo momento la película; en el fondo Seibei sabe que, tarde o temprano, tendrá que enfrentarse a su destino con las armas.
A muchos les sorprenderá ver a Hiroyuki Sanada, un excelente actor nipón que se dio a conocer internacionalmente en El Ultimo Samurái (2003), con Tom Cruise, metido en un papel tan complejo psicológicamente, que está en lucha continua en su fuero interno. A título anecdótico, debo confesar que todavía recuerdo la primera película de Sanada que visioné en mi magnetoscopio, Ultraforce. Ultraforce (Royal Warriros, 1986) es una producción de D&B Films, protagonizada por Michelle Yeoh, Michael Wong y el propio Hiroyuki Sanada, del género policíaco con dosis de kung fu de calidad (no en vano el coreógrafo fue el polifacético Meng Hoi). Aún hoy en día merece un repaso... aunque solo sea por ver a Sanada de joven.
Un saludo,
Fer
El Ocaso del Samurái
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Estreno inminente
Hola, amigos:
Aguardo impacientemente su estreno en la capital para reservar una plaza en el patio de butacas. Me parece que estamos ante un inminente clásico del chambara (cine nipón de samuráis) que dará mucho que hablar en los años venideros...
Un saludo,
Fer
Aguardo impacientemente su estreno en la capital para reservar una plaza en el patio de butacas. Me parece que estamos ante un inminente clásico del chambara (cine nipón de samuráis) que dará mucho que hablar en los años venideros...
Un saludo,
Fer