El mulato Jean-Louis

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Jaime G
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El mulato Jean-Louis

Mensaje por Jaime G » 26 Nov 2007 20:17

Jean-Louis, como se le conocería durante toda su carrera, había venido al mundo como un mulato de aspecto debilucho en la isla que es ahora Haití, relativamente cerca del lugar de nacimiento de Josefina, la Martinica. Se oyó hablar de él por primera vez en 1796, el quinto año de la I República francesa, cuando llegó a Francia y fue admitido como un "pupille de régiment" -- un niño al cuidado de un regimiento, habitualmente un huérfano de guerra -- "aunque al principio se puso objeciones a causa de su piel morena y de su frágil aspecto físico". El maestro de esgrima del regimiento, monsieur D'Erape, le puso bajo su tutela y no tardó en predecir una brillante carrera para él.

Jean-Louis tenía un estilo rápido y simple, y con frecuencia ganaba combates gracias tan sólo a paradas y respuestas simples. Se decía de él que "omitía todo lo superfluo: saludos afectados, contre-coups, pausas caprichosas; todo eso le escandalizaba y se le antojaba poco digno de tan serio arte". Es posible que fuera en esa época que instruyera a madame Marie-Josèphe-Rose Tascher de la Pagerie, la Josefina de Napoleón.

De él se cuentan dos historias en particular. La primera data de 1804, cuando, tras ganarse una reputación como tirador de esgrima, fue insultado por un fanfarrón local en su plaza fuerte, que se burló de él diciendo: "La espada no se inventó para que la utilizara un mulato." Hombre por lo demás de temperamento equilibrado, Jean-Louis acabó por aceptar el duelo que su adversario había confiado suscitar pero estipuló que, mientras que su oponente blandiría una espada normal, él se batiría con botón en la punta. Cuando los amigos le tildaron de loco, él respondió: "tan poco loco estoy que mañana le administraré a monsieur el castigo que merece". Lo cual por supuesto hizo, parando todos los ataques del bravucón antes de propinarle un colpe con el filo en la cara que le dejó en el suelo sangrando.

La segunda aventura tuvo lugar alrededor de 1812, después de que Jean-Louis, que contaba veintiocho años, hubiese entrado en combate en Egipto, Italia, Prusia y Rusia. Se hallaba en Madrid con el regimiento trigésimo segundo de la Tercera División del ejército. Se desató una escaramuza con el primer regimiento, en su mayor parte formado por soldados italianos, y los hombres empezaron a luchar unos contra otros a punta de bayoneta. No tardó en haber montones de muertos y heridos. Para evitar una completa masacre, oficiales de ambos bandos se reunieron para hallar una solución. Se llegó a la imaginativa decisión de que quince maestros de esgrima de cada uno de los dos regimientos combatieran en sucesión hasta que en uno de los dos bandos no quedara un solo hombre en pie.

Los dos equipos se encontraron en una llanura a las afueras de Madrid, observados por los regimientos enfrentados y sus séquitos completos: unos diez mil hombres, mujeres y niños. El primer italiano en combatir fue Giacomo Ferrari, de alrededor de metro ochenta y cinco, maestro de esgrima plenamente cualificado y veterano de guerra. Su oponente era Jean-Louis. El italiano atacó. Jean-Louis realizó una parada, contuvo el hierro para evitar una remise, y luego ejecutó su respuesta atravesando el hombro de su oponente, al que dejó moribundo. Según las normas del acuerdo, debía permanecer en la palestra hasta ser derrotado, de manera que tras un descanso de dos minutos se enfrentó a su segundo adversario. Tras una sola acción, una segunda víctima. Y así continuó la cosa, hasta que hombre tras hombre, trece italianos habían resultado o bien muertos o gravemente heridos. Jean-Louis, a quien le hervía la sangre si no se le desbordaba ya, quiso seguir luchando, pero representantes de ambos regimientos se las apañaron para contenerle, y al final se acordó que a los dos espadachines que quedaban, que para entonces temblaban, no se les obligaría a seguir a sus infelices camaradas. "Vive Jean-Louis! Vive le 32ème!", se alzó el clamor, "Vive le 1er! -- exclamó Jean-Louis en respuesta -- Todos somos uno y de la misma familia. Vive l'Armée!"

Otra versión de la historia,menos épica,dice que Jean-Louis cayó de agotamiento después del 13º combate y sus 14 compañeros no tardaron en dar cuenta de los 2 italianos

Su reputación se extendió por toda Francia. Rechazó un cargo y se contentó con retirarse a Metz, donde abrió una escuela de esgrima, que en 1830 trasladó a Montpellier para impartir clases allí hasta su muerte en 1865. La ciudad entera acudió a su funeral."

Una leyenda de la esgrima totalmente desconocida hoy en día :cry:

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