Pero el ejemplo siguiente quizás sirva de algo: un individuo normal, que nunca a hecho artes marciales , nos ataca , con un puñetazo.
No es un puñetazo? y el que entrena tantas horas al año , se lo come.
Porque?
Porque, precisamente, un puñetazo jamás es solamente un puñetazo, sino la la suma de una infinidad de factores (algunos de ellos aleatorios). Es lo malo del mundo fenoménico en contraposición con el mundo de las ideas: que todo es sumamente complejo.
Lo de llegar al final, no esta dicho con lo que en un principio se ha interpretado, esta dicho para entender que cuando ya se entiende algo, ya no es tan complicado como en un principio se pensaba.
Con el ejemplo del coche ya he demostrado que, precisamente, es todo lo contrario: a medida que uno profundiza en algo, da igual la materia que sea, todo se vuelve infinitamente complejo. Otro tema es que uno se quede en la superficie de las cosas, "mirando el dedo que apunta en lugar de mirar hacia la Luna" (frase dicha con toda la "intención").
El simple hecho de aprender a desplazarse supone una dificultad enorme para el novicio en las artes marciales. Al cabo de un tiempo, adquirirá la soltura suficiente como para poder hacerlo de un modo eficiente y sin pensar conscientemente en ello. Pero (y es un **GRAN** "pero"), si en lugar de refocilarse en su recién adquirida habilidad le da por rascar siquiera mínimamente la superficie, se dará cuenta que desplazarse es tanto ciencia como arte y que requiere de toda una vida para llegar a atisbar una minúscula porción de su complejidad.
Luego es todo un problema de contexto: si uno se queda en la superficie, todo parece sencillo al cabo de tiempo. Si se profundiza, la cantidad infinita de matices es abrumadora.
¿Dónde quedó aquello del "no límite como limite" (frase de nuevo, escrita con toda la "intención").