Como pobre pueden calificarse los estudios y publicaciones que se refieren a la relación atleta-entrenador a excepción de algunos temas de Pedagogía que tratan sobre la relación alumno - profesor, sin embargo la realidad esta golpeando fuertemente el movimiento deportivo internacional.
Mientras los deportistas son niños, el profesor se convierte en un guía, un héroe, un ejemplo a seguir, un modelo al que quieren imitar los niños, pero a medida que se van convirtiendo en adultos y entrando al deporte de alta competencia la situación se complica.
Desgraciadamente en muchos países los entrenadores son nombrados como títulos nobiliarios, es suficiente que tengan conceptos elementales de un deporte para que sean considerados como especialistas, no importa que tengan o no estudios relacionados con el deporte, solo es necesario que alguien necesite un entrenador y ahí aparece como por arte de magia y ni hablar de aquellos que en una etapa de su vida practicaron alguna actividad deportiva y entonces se autotitulan como entrenadores.
Estos seudo entrenadores se limitan a preparar a sus alumnos con los mismos métodos que fueron aplicados con ellos, sin considerar la especialidad o características de sus alumnos y acabando con posibles talentos, pero generalmente es tan alta la autoestima de estas personas que si a pesar de las barbaridades que cometan con sus atletas, alguno de ellos sobresale por sus características personales, entonces se sienten en el derecho de tratar de llevarlos hasta el mas alto nivel, cuando él mismo no lo esta preparado y el pecado entonces es mayor.
Por algún error de concepto que se ha generalizado los deportistas deciden con que entrenador quieren trabajar, indudablemente la causa fundamental de esto es que al no existir en muchos casos entrenadores que tengan los conocimientos, la metodología y la habilidad para estar aportando deportistas sistemáticamente hacia el Alto Rendimiento y que puedan tener el privilegio de poner condiciones de disciplina y abnegación para poder entrenar bajo su tutela, esto posibilita que el competidor haga su selección, entonces es el entrenador quien se considera privilegiado por haber sido elegido por el atleta, generalmente estos ciclos son cortos y un solo deportista se convierte en una oficina de Recursos Humanos, contratando y despidiendo entrenadores.
Estos entrenadores "privilegiados" por tal de mantenerse con el atleta que los seleccionó no son capaces de exigir la dedicación que requiere el deporte de Alta Competición y mucho menos detectar o señalarle los errores competitivos, se especializan solamente en alabanzas y dibujar con humo brillantes futuros competitivos y financieros.
Personalmente conozco el caso de una atleta que tuvo los mejores entrenadores de su especialidad, después que llevaban cierto tiempo con ella pedía que los cambiaran, así llego a alcanzar elevados resultados y entonces trato de reciclar estos entrenadores, volver con los que ya había entrenado y simplemente lo que había alcanzado no lo pudo mantener.
Otro caso frecuente al borde de epidemia es el matrimonio o pareja entre atletas y entrenadores, hubo un caso patético de un deportista del mas alto nivel que designó como entrenador a su pareja, cuya principal función era de compañía ya que no tenia la mas mínima experiencia para trabajar con un deportista de ese nivel, pero el ego del competidor era tan alto que consideraba que teniendo quien le diera agua era suficiente ya que el mismo se podía entrenar. Cuando se dio cuenta de su error buscó a un especialista pero ya era demasiado tarde y la vida competitiva terminó antes de lo que debía ser.
Desgraciadamente casos hay muchos, personas que se han unido como pareja, uno con ciertos conocimientos de especialidades donde predomina la resistencia con un otra persona velocista, él se siente con el derecho de ser su entrenador por ser su pareja sentimental y comienza la preparación, lo único que como sus limitados conocimientos son de resistencia no sabe desarrollar la rapidez, el final como era de suponer un talento desperdiciado por la prepotencia del otro.
Los ciclos para obtener resultados óptimos de entrenamiento de altura son de 21 días manejando la movilidad de las cargas, según estudios realizados después de este tiempo el organismo comienza un proceso de adaptación y se pierden los beneficios, aquí también se manifestó este amoroso mal. Una pareja de entrenador-atleta decidió realizar un entrenamiento de altura de 40 días haciéndolo coincidir con el fin de año para estar con sus familiares que vivían a mas de 3,000 metros de altura y posteriormente participar en un evento clasificatorios Juegos Olímpicos, por mucho que se les trato de explicar, e incluso de que los recursos se liberaron solo para los 21 días, se quedaron el tiempo que querían, por supuesto los efectos al llegar al llano eran muy parecidos a los de las personas que vivían a mas de 3,000 metros sobre el nivel del mar.
Generalmente la vida competitiva del atleta termina cuando se rompen las relaciones matrimoniales o personales.
La solución para estos problemas que cada día se van haciendo mas frecuentes esta muy lejos de encontrarse, no es posible obligar a dos personas a luchar por un mismo objetivo si no están convencidos de ello, quizás un buen intento sea concienciar a los deportistas a que piensen bien los pro y los contras antes de tomar una decisión de este tipo.
Las instituciones nacionales que aportan recursos para la preparación de competidores con compromisos internacionales y las Federaciones deportivas tampoco tienen mucho que hacer a no ser que se condicionen los apoyos a que los entrenadores tomen cursos de superación y que sus programas y preparación sean asesorados por especialistas reales.