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por Týr » 11 May 2005 23:02
Entonces týr quieres decir (corrigeme si me equivoco), y en ese caso coincidiria contigo, q el espiritu guerrero no guarda relacion con la practica guerrera (AAMM) sino q mas bien con las actitudes y aptitudes q desarrollan determinadas personas hacia ciertas situaciones ante las cuales una persona normal habria claudicado.
El guerrero **nace** diferente al resto, del mismo modo que existen individuos con un talento musical natural o con una capacidad creativa fuera de lo común. El guerrero, entendiendo como tal el arquetipo platónico y no un señor que va a la guerra con mayor o menor fortuna, es un ser aparte, forjado de una aleción especial y de un temple que nada tiene que ver con el común de los mortales.
La habilidad en combate poco o nada tiene que ver con el guerrero (salvo en el aspecto anecdótico y circunstancial que tendemos a darle los que a él nos referimos). Sin embargo, existe una serie de características comunes a todos ellos: férrea determinación, dureza mental extraordinaria y, sobre todo, un espíritu inquebrantable. Alguien capaz de hacerse añicos cien mil veces por dentro y, no obstante, permanecer firme en su propósito.
Un individuo capaz de finalizar un 'triathlon ironman'; alguien capaz de escalar por encima de los ochomil metros y continuar lastimosamente hacia la cima, cuando todo su cuerpo, mente y alma le gritan que debería bajar de inmediato; un misionero capaz de entregarlo **todo** por su rebaño; un gris oficinista que, tras salir vivo de puro milagro de un edificio en llamas, decide dar media vuelta y ayudar a quien pudiera necesitarlo...
Todos ellos son ejemplos de auténticos guerreros, merecedores de tal calificativo sin que jamás hayan posado una mano sobre un arma.
Recuerdo haber leído hace tiempo acerca de una mujer judía, encerrada en un campo de exterminio nazi. Tras muchos, muchos, muchos, muchos meses de torturas, penalidades sin fin, violaciones repetidas, trabajos forzados inhumanos, malnutrición, ser presa de toda clase de infecciones y enfermedades y ver como, uno a uno, todos sus seres queridos iban pereciendo, supo conservar la suficiente entereza de espíritu para dar gracias a Dios por seguir viva y permitirle ayudar a los demás, dentro de lo que sus escasas fuerzas le permitían.
En una situación extrema, prolongada e insostenible, donde hasta el más duro de los combatientes se hubiera derrumbado, gimoteante y hecho un guiñapo, una pequeña mujer, sin aparentes cualidades, sin apenas fortaleza física y sin expectativas de salir con vida de aquello, se erigió en paladín de los desamparados y en semilla de esperanza.
Allí donde el alma se quiebra, el espíritu se pierde y el cuerpo claudica, más allá de todo límite de dolor y sufrimiento concebibles, una mujer anónima, rota hasta la última fibra de su ser, fue capaz de cantar con su frágil y tenue voz, apaciguando las conciencias ajenas, proporcionando con sus versos entonados una vía de escape para todos aquellos necesitados que la escuchaban.
Cada día que pasaba, el castigo por parte de sus carceleros se tornaba más brutal y salvaje, lo cual no era óbice para que, después de apagarse la luces del barracón, cuando reinaba un pavoroso silencio en el recinto de los barracones, unas suaves notas se alzasen sobre la negrura de la muerte iniminente, propagando la buena nueva: "seguimos con vida; puede que muchos de nosotros no lleguemos a ver un nuevo amanecer, pero no lograrán arrebatarnos nuestras almas y mucho menos la esperanza. Resistid, compañeros, amigos, hermanos...".
Realmente no concibo un guerrero de mayor temple que esta mujer.