Después de haber entrenado (si bien brevemente, apenas seis meses) con Tomás Sánchez y sus hijos, te aseguro que el problema que describes se circunscribe, única y exclusivamente, al método de entrenamiento incorrecto que se sigue en la mayor parte de lugares donde se imparte Aikido.en mi caso dos de mis mejores amigos llevan años practicandolo (y cuando digo años hablo de mas de 10) y ninguno de los dos es capaz de usar el aikido si me tiro a por ellos a saco y al final terminan peleando como un boxeador o un kick boxer cuando las cosas se ponen crudas (idem en la calle cuando hemos tenido por trabajo algun jaleo) ¿falla el entrenamiento? ¿el arte marcial? ¿las dos cosas?
Diez años de Cardio-Box no te convierten en un boxeador, diez años de Aikido mal practicado no te capacitan para repeler una agresión.
El Aikido de Tomás Sánchez duele; los 'atemis' de gran contundencia están a la orden del día. Y es así como debe ser.
Atrapar el puño de un boxeador al vuelo y ejecutar una complicada luxación de muñeca es imposible. En cambio, si esquivas el ataque y haces que el boxeador se coma un buen mamporro (no muy diferente a la esquiva de tronco y 'overhand' a la contra que tan buenos resultados da en un cuadrilátero), finalizar con la luxación se antoja mucho más factible. Hay que entrenar muchas horas y recibir muchos golpes para ser capaz de ponerlo en práctica, igual que con cualquier otro arte marcial o disciplina de contacto.
El Aikido, por añadidura, cuenta con la desventaja extra de tratar de causar el menor daño posible al oponente, con lo que el asunto tiende a complicarse. Aunque, según en qué casos, "el menor daño posible" puede significar la rotura del tabique nasal o un par de dedos si con ello se obtiene un mejor parte de lesiones que intercambiando guantazos.