Alimentación según tipo sanguineo

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Yorgio
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Alimentación según tipo sanguineo

Mensaje por Yorgio »

Hola, Saludos

Me encontre esto en internet y se me hizo interesante compartirlo con ustedes para ver que opinan.

Según los investigadores James y Peter D'Adamo la buena o mala asimilación de los alimentos está condicionada por nuestro grupo sanguíneo.

Hasta el punto de que en cada grupo -A, B, AB y O- hay alimentos que son perjudiciales, otros beneficiosos y otros neutros. Es más, aseguran que muchas enfermedades pueden deberse al mero consumo de alimentos no adecuados para nuestro grupo sanguíneo. Otros, en cambio, nos ayudarían a sanar. Incluso afirman que en ello está la razón de que muchas personas no consigan adelgazar cuando se ponen a dieta.

En suma, el doctor Landsteiner descubrió la razón de por qué unas personas fallecían después de una transfusión de sangre y otras no: sus sangres no eran compatibles. Desde entonces sabemos que:

Las personas con sangre del tipo 0 son "donadoras universales". Es decir, pueden donar sangre a cualquiera de las que tienen otros tipos de sangre pero sólo pueden recibir la suya propia.
Las personas del tipo AB son "receptoras universales", es decir, pueden recibir sangre de todos los demás pero sólo pueden donar a los de su propio tipo.
Las personas del tipo A pueden recibir sangre de su mismo tipo y del grupo 0 pero no de las de los tipos B y AB. Y puede donar a los de su mismo tipo y a las de tipo AB. Y,
-Las personas del tipo B pueden recibir sangre de su mismo tipo y del grupo 0 pero no de las de los tipos A y AB. Y puede donar a los de su mismo tipo y a las de tipo AB.

Este descubrimiento le sería recompensado a Karl Landsteiner con el Premio Nobel de Medicina y Fisiología en 1930.
Cabe añadir que Landsteiner descubrió tres antígenos más (M, N y P) similares a los antígenos de los grupos A y B pero, a diferencia de éstos, su presencia en los glóbulos rojos no supone la existencia en la sangre humana normal de aglutininas naturales. Y posteriormente otro en 1940 -junto a Alexander Salomon Wiener- que bautizaría como antígeno D o factor Rh (llamado así porque lo encontró en el suero de conejos inmunizados con sangre procedente de un mono de la especie Macacus Rhesus). Este antígeno tiene su importancia cuando la madre no tiene el antígeno y el padre sí ya que en el segundo embarazo los anticuerpos específicos anti-Rh que desarrolla la madre pueden atravesar la placenta y provocar el aborto o una enfermedad hemolítica en el recién nacido que cursa con ictericia: la temible eritroblastosis fetal. Finalizo diciendo que posteriormente se llegarían a descubrir hasta 42 antígenos distintos en los glóbulos rojos si bien su incidencia es al parecer notablemente menor y no vamos por tanto a entrar a profundizar en ello.

Agregaré, por último, que los datos disponibles indican -de forma aproximada- que el 40% de los europeos posee sangre del tipo 0, otro 40% del tipo A, el 15% del tipo B y alrededor del 5% del tipo AB. ç

La Aportación de James D'adamo

Como el lector habrá apreciado, la importancia de los antígenos es evidente ya que provoca reacciones inmediatas en el organismo. Pues bien, hace casi tres décadas un naturópata llamado James D´Adamo se dio cuenta de que los tratamientos dietéticos que aconsejaba a sus pacientes no obtenían siempre los mismos resultados y se preguntó a qué podría deberse. Formado en la escuela naturista, su experiencia con los pacientes le llevaría a percatarse sobre todo de que mientras la dieta vegetariana le sentaba estupendamente a algunas personas y su salud mejoraba a otras no parecía hacerles apenas efecto y a algunas incluso les sentaba mal y empeoraban. Aquello le sorprendió llevándole a la conclusión evidente de que no a todas las personas les sienta bien el mismo tipo de alimentación. E intuyó que como la sangre era la fuente principal de nutrición del organismo la respuesta podía estar en ella. Decidió pues investigarlo y a lo largo de muchos años tomó notas para poder luego cotejarlas y buscar posibles pautas comunes. Y sería de tan sencilla pero perseverante manera como llegaría a darse cuenta de que el tipo de alimentación estaba relacionado con los distintos tipos sanguíneos. Observó, por ejemplo, que las personas de sangre tipo A responden mal a las dietas generosas en proteínas cárnicas pero muy bien a las ricas en proteínas vegetales. Y que a esas mismas personas ni la leche ni sus derivados les iban bien. Es más, también mejoraban con ejercicios leves como el yoga mientras los duros y dinámicos les producían malestar. En cambio, a las personas de sangre tipo 0 les sentaba estupendamente la carne y los ejercicios más intensos. Y llegó a la conclusión de que, en efecto, el refrán que dice "lo que es alimento para un hombre puede ser veneno para otro" encerraba una gran verdad.

Todas aquellas observaciones las recogería James D'Adamo en una obra titulada El alimento de un hombre (One Man´s Food) que vería la luz en 1980.

Sería sin embargo su hijo Peter -quien estudiaría también Naturopatía si bien en el John Bastar College de Seatle (EEUU)- el que establecería ya esa conexión. Y lo hizo descubriendo en primer lugar que dos de las principales afecciones del estómago -la úlcera séptica y el cáncer de estómago- se daba más en grupos sanguíneos concretos. La úlcera en las personas del tipo 0 y el cáncer en las del tipo A.

Hasta que los datos acumulados le llevarían finalmente a concluir que el tipo de sangre predispone a las personas a un tipo de alimentación concreto y distinto en buena medida a las de otros tipos. E, incluso, que predispone más a unas enfermedades que a otras. Y no sólo eso: también descubriría que la salud depende, en mucha mayor medida de lo que la gente imagina, de la alimentación. Es decir, que hay alimentos que actúan positivamente en los organismos de las personas con un determinado tipo de sangre mientras en las personas de otros tipos son perjudiciales. Y no sólo eso: a su juicio una alimentación no acorde con el tipo de sangre que se tiene es una de las principales causas del sobrepeso u obesidad de muchas personas... y la causa de que no logren adelgazar cuando lo intentan. Algo que sí conseguirían si dejaran de ingerir los alimentos perjudiciales para su tipo de sangre (recuerde el lector que hemos publicado ya en la revista varios reportajes sobre la dificultad que para adelgazar supone ingerir alimentos a los que uno es sensible o intolerante y que hoy ello puede determinarse con bastante exactitud mediante analíticas.

Dicho lo cual hay que aclarar desde ya que el propio autor deja claro que esas conexiones no son radicales. Es decir, no todos los organismos de las personas del mismo tipo son intolerantes a todos los alimentos ni el grado de sensibilidad es igual en todos al alimento al que son intolerantes. Las pautas generales que ofrece tras sus años de estudio clínico son pues sólo orientativas. Téngalo en cuenta. En todo caso, si desea profundizar en este tema sepa que encontrará las conclusiones de Peter D'Adamo publicadas en su obra Los grupos sanguíneos y la alimentación (Ed. J. Vergara).

¿Y Por qué ocurre así?

Padre e hijo, obviamente, se preguntarían por qué reacciona de forma tan diferente la sangre de unas personas con respecto a la de otras y a qué se debe la incompatibilidad manifiesta entre ellas en algunos casos. Su conclusión -que puede ser discutida- es la de que cada grupo sanguíneo es el resultado de un momento de la propia evolución humana. Según ellos, el grupo sanguíneo del tipo 0 -el más antiguo y extendido- tendría más de 40.000 años de existencia y procedería de los hombres del Cro-Magnon, cuya alimentación se basaba en la caza y, por ende, en las proteínas de la carne.

El siguiente en aparecer habría sido el tipo A -entre 25.000 y 10.000 años- y apareció con las primeras sociedades agrícolas cuya alimentación se basaba en el consumo de cereales y vegetales, procediendo especialmente de Asia y Oriente Medio.
El tipo B procedería de las montañas del Himalaya surgiendo hace aproximadamente entre 15.000 y 10.000 años siendo propio de los habitantes nómadas de las estepas asiáticas.
En cuanto al tipo AB habría surgido de la mezcla entre caucasianos (A) y mongoles (B).

Pues bien, para los D'Adamo la reacción de cada uno de los tipos sanguíneos se debería a que la sangre guarda una especie de "memoria celular" que "recuerda" su ancestral tipo de alimentación.
Ahora bien, ¿por qué reacciona la sangre ante ciertos alimentos como si éstos fueran peligrosos enemigos a batir? Peter D'Adamo asegura que se debe a las lectinas de los alimentos. ¿Y qué son las lectinas? Pues un tipo de proteínas cuyos antígenos también producen la activación del sistema inmune y, consecuentemente, el fenómeno de aglutinación en sangre del que hemos hablado al principio. Algunas hasta pueden producir la muerte instantánea en presencia de cantidades infinitesimales al convertir los glóbulos rojos en coágulos que obstruyen las arterias. Es el caso de la ricina que contienen las semillas de castor (Ricinus communis) aunque afortunadamente la mayoría de las lectinas de nuestra dieta no son tan peligrosas.

Y lo importante es que cada grupo sanguíneo reacciona de manera diferente ante ellas. Es decir, hay lectinas alimentarias -hablamos siempre generalizando- que son rechazadas por las personas de un tipo de sangre mientras no ocurre así con otros para los que incluso son beneficiosas.

En suma, ingerir alimentos que contienen lectinas incompatibles con nuestro grupo sanguíneo puede ocasionar diversas dolencias e impedirnos reducir el peso en caso de sobrepeso u obesidad. ¿Y cómo saber a qué alimentos somos intolerantes? Pues mediante un test de intolerancia alimentaria (remito al lector a los artículos ya publicados al respecto) o sometiéndose al denominado Test del Iindicán. Se trata de un análisis que permite calcular la eliminación a través de la orina de indicán, una sustancia del grupo químico de los índoles que se elimina por medio de las heces y la orina cuando el aparato gastrointestinal y el hígado no consiguen digerir las lectinas de un alimento. Como es obvio, cuando alguien consume alimentos ricos en lectinas incompatibles con su grupo sanguíneo se constatará una mayor eliminación de indicán al analizar la orina. Para Peter D'Adamo, si el test da un valor de 0 ó 1 no hay problema, si marca 2 o 3 hay algún problema y si la cifra alcanza 3 o 4 la situación puede considerarse crítica.

Alimentos Beneficiosos, Neutros o Desaconsejados

En suma, Peter D'Adamo clasifica los alimentos en relación con los cuatro grupos sanguíneos en beneficiosos, neutros y desaconsejados. Los primeros son -en cada grupo sanguíneo- los que desarrollan un papel nutricional óptimo asegurando además una actividad antioxidante, antimutágena y anticancerígena. Podríamos decir que son "alimentos medicinales". Los segundos llevan a cabo un papel meramente nutritivo. Y los terceros son los que contienen sustancias no digeribles para los individuos de un determinado grupo sanguíneo debido a sus lectinas específicas porque provocan la reacción defensiva del sistema inmune que los aglutina para poder luego eliminarlos.

Características Generales del Tipo 0

Según Peter D'Adamo las personas con sangre del tipo 0 presentan -siempre hablando en general- un sistema inmunitario potente y muy activo, tendencia a una actividad tiroidea lenta, dificultad de adaptación a nuevas condiciones ambientales y nutricionales, bienestar con actividad física o deportiva regular e intensa y un aparato digestivo muy eficiente capaz de metabolizar dietas ricas en proteínas (carnes magras, pescado y marisco). En cuanto a los alimentos que le son muy beneficiosos o perjudiciales puede encontrarlos el lector en el recuadro. Los que no figuran son considerados neutros pero, en general, las personas del tipo 0 deben:

1) Consumir frutas y verduras en abundancia pero reducir el consumo de las crucíferas (coliflor, coles de Bruselas, berzas...) y las hortalizas de la familia de las solanáceas (berenjenas, patatas, etc.) excepto los tomates

2) Consumir carnes magras equilibrando esa aportación con verdura. Deben evitar sin embargo la carne de cerdo, los embutidos, las carnes en conserva y los alimentos en salazón.

3) Consumir pescado y marisco a excepción de pulpo, salmón ahumado, arenques en salazón, caviar y pez gato así como el pescado salado, secado o en conserva.

4) Limitar o evitar el consumo de leche, lácteos, quesos y huevos. Están en cambio permitidos la mantequilla, los quesos frescos magros y los quesos de soja.

5) Eliminar todo producto que contenga trigo y limitar los que llevan maíz y cereales.

6) Evitar las bebidas gaseosas, las colas y el café prefiriendo el té.

7) Practicar alguna actividad física de forma regular. Les van mejor los deportes competitivos que requieren intenso esfuerzo físico.

8) En presencia de problemas utilizar productos fitoterapéuticos o infusiones de diente de león, menta, olmo, fucus, tila, alholva, regaliz, lúpulo y rosa canina. Y evitar las de equinácea, áloe, bardana, genciana, barba de maíz o ruibarbo.

Cabe añadir que los alimentos que favorecen el aumento de peso en las personas del tipo 0 son el gluten del trigo, el maíz, las judías, las lentejas y las crucíferas (coles, coliflor y coles de Bruselas). Por el contrario, favorecen la pérdida de peso las algas marinas, la sal yodada (de forma muy moderada), los pescados y mariscos, la carne de hígado, las espinacas y el brócoli.

Características Generales del Tipo A

Las personas con sangre del tipo A presentan según D'Adamo -hablando en general, insistimos- un sistema inmunitario vulnerable, una buena adaptación a condiciones ambientales y nutritivas estables, bienestar con una actividad física o deportiva relajante, un aparato digestivo frágil que tolera mal la carne, la harina de trigo, la leche y los lácteos, y al que le va mejor una dieta vegetariana rica en cereales y legumbres.

Las personas del tipo A deberían pues:

1) Basar su dieta en el consumo de fruta, cereales, legumbres y verduras.

2) Consumir pescado sólo en pequeñas cantidades (carpa, mero, bacalao, merluza, salmón, sardina, trucha) excluyendo los pescados planos como el lenguado y la platija.

3) Limitar o evitar el consumo de carne pero evitando los embutidos, las carnes -especialmente si están en conserva- y los alimentos salados o ahumados (embutidos, carnes en conserva, alimentos en salazón...).

4) Evitar el consumo de leche y productos lácteos. En cambio, la soja y sus derivados le son particularmente beneficiosos.

5) No consumir alimentos precocinados.

6) Consumir de forma habitual semillas oleaginosas y frutos secos pero evitando las nueces brasileñas y los pistachos.

7) Reducir el consumo de productos a base de harina de trigo.

8) Practicar actividades físicas relajantes (yoga, Tai-Chi, bicicleta, natación, excursiones...).

9) Utilizar en caso de malestar productos fitoterapéuticos o infusiones de manzanilla, cardo mariano, equinácea, valeriana, áloe, bardana y espino albar pero evitar la barba de maíz y el ruibarbo.

Cabe agregar que los alimentos que favorecen el aumento de peso en las personas del tipo A son las carnes, los alimentos lácteos, las habas y el exceso de trigo favoreciendo el adelgazamiento los vegetales, los aceites vegetales, la soja y la piña.

Características Generales del Tipo B

Las personas con sangre del tipo B presentan según D'Adamo un sistema inmunitario activo, facilidad de adaptación ambiental y nutricional, bienestar con actividades físicas o deportivas moderadas y equilibradas, y un aparato digestivo eficiente que le permite seguir una dieta variada y equilibrada con leche y lácteos pero que posee poca tolerancia a los embutidos, la carne de cerdo, el marisco, las semillas y los frutos secos.

Las normas generales a seguir por las personas del tipo B serían:

1) Llevar una dieta variada y equilibrada.

2) Consumir abundantes frutas y hortalizas de hoja verde.

3) Consumir carnes magras pero evitando las de pollo y cerdo así como los embutidos.

4) Consumir pescado pero evitar los mariscos. No se recomiendan las gambas, los cangrejos, la langosta, los mejillones, las ostras, las almejas, el pulpo, las anchoas, la anguila y los caracoles.

5) Consumir huevos, leche y productos lácteos (es el único que los tolera bien).

6) Limitar los productos a base de trigo y maíz.

7) Limitar el consumo de semillas y frutos secos.

8) Practicar actividades físicas moderadas y equilibradas como los ejercicios aeróbicos, la bicicleta, la natación, el yoga o el tenis.

9) Utilizar en caso de malestar productos fitoterapéuticos o infusiones de salvia, menta, ginseng, eleuterococo o regaliz pero evitar las de tila, lúpulo, ruibarbo, áloe, barba de maíz y alholva.

En cuanto a los alimentos que favorecen el aumento de peso en las personas del tipo B son el maíz, las lentejas, los cacahuetes, las semillas de sésamo, el trigo y el trigo sarraceno favoreciendo el adelgazamiento los vegetales de hoja verde, el té de palo dulce, la carne -especialmente la de hígado-, los huevos y los lácteos.

Características Generales del Tipo AB

Las personas con sangre del tipo AB presentan según D'Adamo un sistema inmunitario vulnerable, facilidad de adaptación a las condiciones de vida modernas, bienestar con una actividad física o deportiva relajante que exija esfuerzos moderados y un aparato digestivo frágil que precisa una dieta mixta moderada y tolera mal las carnes rojas, la pasta, las alubias y los frutos secos.

Las normas generales a seguir por las personas del tipo B serían:

1) Limitar el consumo de carnes rojas y evitar las carnes en conserva o ahumadas así como los embutidos.

2) Consumir pescado y marisco pero evitando la langosta, las gambas, los cangrejos, las ostras, las almejas, el pulpo, la lubina, las anchoas y la anguila.

3) Evitar el consumo de productos a base de harina de trigo y limitar el consumo de pasta.

4) Consumir leche, lácteos y quesos... salvo cuando al hacerlo haya producción excesiva de moco con afecciones de las vías altas respiratorias. En tal caso deben suprimirse.

5) Consumir frutas -especialmente ciruelas, uvas, piña y frutas del bosque- y hortalizas en abundancia -sobre todo tomate-.

6) Preferir las grasas vegetales -primando el aceite de oliva- pero evitar el vinagre.

7) Eliminar los encurtidos y la pimienta.

8) Preferir las actividades físicas y deportivas relajantes que exijan sólo esfuerzos moderados.

9) En caso de malestar utilizar productos fitoterapéuticos o infusiones de manzanilla, cardo mariano, equinácea, eleuterococo, regaliz o espino blanco pero evitar las de tila, lúpulo, áloe, barba de maíz, alholva y ruibarbo.

Terminamos comentando que los alimentos que favorecen según Peter D'Adamo el aumento de peso en las personas del tipo AB son las carnes rojas, el maíz, el trigo, el trigo sarraceno, las alubias, las judías y las semillas de sésamo mientras favorecen el adelgazamiento las verduras, las algas marinas, los pescados, los lácteos, la piña y el tofu.

Conclusión

Hasta aquí un breve resumen de lo expuesto por los D'Adamo -padre e hijo-. Sólo nos resta apuntar que a nuestro juicio la generalización propuesta es demasiado amplia y probablemente no responda a la realidad individual aunque sí pueda reflejar las "tendencias". Por otra parte, el Test Indicán permite saber si tenemos problemas con los alimentos pero no conocer cuáles son concretamente los que nuestro organismo rechaza activando las defensas del sistema inmune. Sin embargo, los actuales tests de intolerancia o sensibilidad alimentaria sí los detectan por lo que lo más adecuado es someterse a ellos. Una posibilidad, por cierto, a la que debería optar toda aquella persona a la que se le ha diagnosticado una enfermedad autoinmune. Es muy posible que mejoren simplemente eliminando los alimentos a los que su organismo reacciona con virulencia.
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juanjonius
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Mensaje por juanjonius »

Personalmente soy totalmente incrédulo ante la posible relación que pueda haber entre los grupos sanguíneos y el tipo de alimentación. De hecho yo soy del grupo A y no respeto casi ninguna de las recomendaciones citadas en el artículo. Entre otras cosas como pescado, carne y lácteos a diario y me va muy bien.
He encontrado por ahí una crítica a la disparatada teoría de los grupos sanguíneos y la dieta. La cita es un poco larga por lo que no sé si incumplo alguna norma del foro (que se me haya escapado) al incluirla. En todo caso la crítica me parece lo bastante demoledora como para ser tenida en cuenta a la hora de andar jugando con la dieta:
La "dieta del grupo sanguíneo"
- ¿realidad o ficción?
de Toronto Vegetarian Association

por Michael Klaper, M.D.

La teoría de la "dieta del grupo sanguíneo" ha conseguido una amplia atención pública desde la publicación de Eat Right For Your Type ("ERFYT", Come Según tu Grupo) de Peter J. D'Adamo, N.D. La premisa básica del libro es que el grupo O es el dominante, tipo cazador, geneticamente inclinado a comer carne, mientras que los del grupo A son vegetarianos dóciles, y los del grupo B son omnívoros consumidores de lácteos. Sin embargo, esta teoría y el libro que la promueve, presenta muchos problemas científicos y nutricionales que han despertado el interés de numerosos científicos y profesionales de la salud.

Por ejemplo, el autor D'Adamo afirma que, "...ciertas judías y legumbres, especialmente lentejas y frijoles, contienen lectinas que se depositan en los tejidos musculares, haciéndolos más alcalinos y menos cargados para la actividad física". (p.53) Esto constituye una afirmación científica bastante seria, y una idea alarmante si tu sangre es del grupo O. Afirmaciones inquietantes como ésta deberían estar respaldadas por sólidas evidencias científicas - completas con referencias "a pie de página" - que ERFYT repetidamente omite.

Para empezar a convencerme de los efectos adversos de las lectinas, D'Adamo tendría que publicar fotografías, tomadas al microscopio, de fibras musculares tomadas de personas del grupo O, grupo A, grupo B y grupo AB tras haber consumido frijoles y/o lentejas. (La toma de muestras de fibras musculares, tejido adiposo, etc., es una técnica común, fiable y virtualmente indolora, conocida como biopsia con "aguja flaca", y la realizan rutinariamente sobre voluntarios pagados los investigadores en nutrición, fisiología del ejercicio, farmacología, envejecimiento y otras ciencias). Las fotografías de tejidos deberían mostrar claramente los depósitos de lectinas en los músculos de personas del grupo sanguíneo O - y no en las muestras musculares de las personas del grupo A. ERFYT no presenta fotos ni corrobora estudios que apoyen sus especulaciones, lo cual para mí, limita severamente la credibilidad de este libro.

Para mí lo que realmente sitúa la teoría del "grupo sanguíneo" más allá de los límites de la credibilidad es su afirmación de que las proteínas de lectina de algunos alimentos provocan la aglutinación en la sangre en personas de ciertos grupos sanguíneos que no están "genéticamente/evolutivamente adaptados" a comer dichos alimentos. La aglutinación es un fenómeno muy serio, y potencialmente nefasto, en el que los glóbulos rojos del flujo sanguíneo se apelotonan, formando cuajos irreversibles.

¿Qué hay de malo en tener pequeños cuajos de glóbulos rojos navegando por la corriente sanguínea? Los glóbulos rojos llevan oxígeno a las células de tejidos vitales como el cerebro, el corazón y los riñones. Para cumplir esta misión, los glóbulos rojos deber fluir a través de capilares tan estrechos que deben alinearse en una única fila. Si los glóbulos están aglutinándose por las lectinas o cualquier otra cosa, los cuajos de glóbulos rojos obstruirán los capilares y bloquearán el flujo sanguíneo. Así, la corriente sanguínea se verá impedida de repartir su carga vital de oxígeno a los tejidos alimentados por aquellos capilares. Las células privadas de oxígeno resultan dañadas, y finalmente mueren. Puesto que mucha gente no conoce su grupo sanguíneo, es razonable suponer que muchos de nosotros regularmente consumimos "alimentos erróneos" para nuestro grupo sanguíneo (p.ej., trigo para el grupo O, carne para el grupo A, etc.). Así pues, según la teoría de D'Adamo, todo el mundo experimenta repetidas descargas de glóbulos aglutinados en su flujo sanguíneo, día tras día, mes tras mes, año tras año. Si las fibras capilares de tu corazón, pulmones, riñones, cerebro, ojos y otros órganos esenciales están sujetos a repetidos aluviones de glóbulos rojos aglutinados, empezarán finalmente a obstruirse, resultando en daños en los tejidos. El cerebro, el corazón, los pulmones, los riñones y las suprarenales pronto estarían irreparablemente dañados, lo cual podría resultar fatal para millones de personas.

Los patólogos y otros científicos médicos estarían muy familiarizados con un síndrome de fallo orgánico debido a micro-infartos (muerte celular) inducidos por lectinas. La existencia y complejidades de una enfermedad tan extendida serían tan bien conocidas como lo es la aterosclerosis. Sin embargo, no conozco ninguna descripción en la literatura patológica y ningún patólogo que yo sepa ha mencionado jamás esto como causa de enfermedad alguna en los humanos.

Cuando leo una afirmación generalizada, como "los individuos del grupo O no toleran en absoluto los productos de trigo integral" (p.63), debo preguntarme qué quiere decir con 'en absoluto'. ¿Es que los del grupo O comen una galleta integral y caen al suelo apretándose el abdomen y vomitando? O incluso peor, ¿sufren daños cerebrales inmediatos debido a la obstrucción de las células sanguíneas? ¿Cuánto trigo pueden comer los del grupo O antes de que su sangre se obstruya? ¿Un bollo de hamburguesa? ¿Un tallarín?

No niego que mucha gente experimenta problemas cuando comen trigo. Sin embargo, opino que suceden por tener una verdadera alergia al trigo, intolerancia al gluten, u otro mecanismo verificable. Como D'Adamo, admito que el trigo puede ser un alimento problemático para personas con colitis, y a menudo recomiendo eliminarlo de la dieta. Las lectinas puede que jueguen un papel en el proceso inflamatorio en algunas personas. Sin embargo, para convencerme de que el grupo sanguíneo es el factor clave determinante en el enlace dieta-colitis, ERFYT tendría que presentar evidencias sólidas de que la disfunción del colon inducida por el trigo es una condición peculiar (o significativamente más común) en personas del grupo O. Sin embargo, el texto de ERFYT está extrañamente desprovisto de citas científicas, y en consecuencia, no encuentro prueba convincente de la conexión lectina-colitis en este libro.

Una afirmación que me crea gran preocupación en cuanto a la seguridad de los consejos dietéticos de ERFYT aparece en la página 37. A pesar del extendido conocimiento de que muchos no caucásicos no toleran los productos lácteos, el libro recomienda que "los de grupo B descendientes de asiáticos puede que necesiten incorporarlos (productos lácteos) más lentamente en sus dietas mientras ajustan sus sistemas a ellos". Me temo que las consecuencias de esto para muchos lectores con deficiencia en lactasa serán severos ataques de calambres abdominales, diarreas, y posiblemente condiciones más serias, como la colitis.

Otra afirmación problemática de ERFYT es, "Esta condición, llamada hipotiroidismo, sucede debido a que los del grupo O tienden a no producir suficiente yodo" (p.53). La realidad es que el cuerpo no "produce" el yodo, sino que lo obtenemos ingiriendo alimentos que lo contienen. Preocupar a decenas de millones de lectores del grupo O de que "puede que no estén produciendo suficiente yodo" (lo cual nadie hace) y de que por tanto corren riesgo de hipotiroidismo, es infundado e innecesariamente preocupante. (Se debería animar a la gente a comer suficientes alimentos con contenido en yodo, especialmente si son vegetarianos o veganos).

Todos tenemos necesidades nutricionales diferentes, y personas distintas están adaptadas a distintos tipos y cantidades de comida. Sin embargo, no creo que estas diferencias estén significativamente determinadas por el grupo sanguíneo. Ciertamente no he encontrado ninguna investigación o evidencia científica en ERFYT que me demuestre lo contrario. Mis sugerencias (admito que simplificadas excesivamente) para una nutrición óptima son: poner atención a lo que tu cuerpo te dice, y enfocar tu dieta sobre alimentos frescos e integrales - cultivados tan biológicamente como sea posible, y servidos con grandes raciones de amor y risas.

Michael Klaper, M.D. es el productor del video ‘Diet for all Reasons’ (Dieta para todas las Razones), y el libro ‘Vegan Nutrition: Pure & Simple’ (Nutrición Vegana: Pura y Sencilla), ambos disponibles en TVA para venta o préstamo.
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Yorgio
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Mensaje por Yorgio »

Bueno, tampoco es que lo sigas al 100%

Yo tambien soy tipo A, y antes de enterarme de este articulo, casi no comia carne y una vez por prescripcion medica deje de comerlas y me alimetacion estaba basada en verduras, pollo y pescado, y la verdad me sento bastante bien y tenia mucha vitalidad, cuando el medico medio permiso de ingerir carnes de nuevo, si note la diferencia, ahora que vi este articulo en algo le doy la razón.

Tambien en otro articulo del mismo tema, se dice que los tipo O son propensos a tener gastritis y ulceras gastricas, tengo bastante conocidos que tienen este problema, les pregunte su tipo sanguineo y le llamaran casualidad pero todos son del tipo O.

No estoy a favor de esta investigación ni encontra, solo menciono lo que yo he visto y he vivido.

Talvez a algunos si les sirva y a otros no

SALUDOS
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