De Alumnos y Maestros - Reflexiones
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De Alumnos y Maestros - Reflexiones
Soy de la opinión que al igual que el agua se adapta a cualquier recipiente y recorre los caminos amoldándose a ellos, el alumno debe recorrer diferentes caminos hasta encontrar el que más se adapte a su naturaleza y, una vez encontrado el camino, en un principio deberá procurar imitar a su profesor, tanto en la técnica como en la actitud hacia su arte marcial o sistema. Si la actitud del profesor es ejemplar, normalmente el alumno aplicado deberá a su vez ser ejemplar. Ahí es donde radica una de las principales dificultades de ser lo que muchos llaman un Maestro.
Pero antes de continuar dejaré bien claro que yo no me considero a mí mismo como tal ni he dejado nunca que mis alumnos lo hicieran, por eso suelo utilizar siempre el término instructor para referirme a mí mismo y ni que decir tiene que mis alumnos me llaman por mi nombre.
Bien pues, una vez dicho esto, sigo. Considero que es relativamente fácil ser un “maestro” de técnicas. Únicamente se trata de aplicarse duramente en el estudio del arte y en el entreno continuado y en tener también ciertas dotes “pedagógicas” para poder transmitirlo y enseñarlo. Pero lo que creo que realmente es muy difícil es llegar a ser un verdadero Maestro con mayúsculas, un maestro marcial y espiritual, un verdadero Guía en todos los aspectos. Esto último es un ideal al que creo que hay que tender, pero en realidad es tan difícil llevarlo a la práctica que muy pocos lo consiguen, y es a éstos a quienes todo el mundo, pertenezca al arte que pertenezca, llama o debería llamar Sensei o Maestro.
El verdadero Maestro debe ser un modelo a seguir, seguro de sí mismo y a la vez humilde, simple y modesto, alguien que no tiene nada que demostrar o probar. Por el contrario, el instructor que busca imponer su criterio, que desea impresionar, que desprecia otros sistemas, no nos engañemos, cualquiera que sea su grado, no es un Maestro.
Hoy día, al menos en Europa y más concretamente en nuestro país, un buen instructor raramente es un profesional, salvo muy dignas excepciones, que también las hay, entendiendo por profesional aquel que vive exclusivamente de su conocimiento de las artes marciales. Como bien decía alguien, quien necesita de sus alumnos para vivir y pagar sus facturas no es maestro de sus alumnos, sino más bien esclavo de los mismos.
Que un instructor tenga pocos alumnos, a mi modo de ver, debe ser entendido en principio como una buena señal, ya que significa que, por un lado, enseña por placer, por amor al arte y no por razones comerciales y/o económicas y, por el otro, no le importará demasiado perder uno o varios alumnos, y en el caso de que otorgue un grado será porque el alumno lo merece y si no se lo da, es que éste aún tiene que trabajar para conseguirlo.
Hablando de los alumnos, raros son los que están verdaderamente dispuestos a seguir el duro camino marcial, a aceptar el sacrificio que supone y a aceptar finalmente su verdadero nivel. El alumno principiante busca un reconocimiento para satisfacer su ego y tener la impresión de existir en el dojo; a veces cree que por el mero hecho de asistir al dojo de vez en cuando y pagar su cuota mensual tiene ya ganado el pase de grado y, de hecho, en ocasiones así sucede. Craso error, pues de este modo dicho alumno aceptará el grado de buena gana, aún si en su fuero interno siente claramente que no lo merece. Por su parte, el profesor que participa en este juego está engañando a su vez al alumno ya que hoy en día no hay sanción contra ello pues estamos en tiempos de paz. En tiempos de guerra la sanción de un mal entrenamiento o de una mala preparación era inmediata: la muerte. En tiempos de paz todo vale, más aún cuando muchos alumnos van al dojo solamente para hacer un poco de gimnasia, ponerse en forma durante un tiempo, encontrarse con los amigos, pasar un rato, etc., y no por el hecho marcial. ¿Así pues, qué podemos pedir? ¿quién busca hoy día la autenticidad?
Como dice mi maestro, deberías estar contento y feliz aunque solamente uno de tus estudiantes consiga seguir en el camino cuando tu hayas desaparecido. Que el arte sobreviva puro e intacto es lo único importante, no las ganancias personales ni el reconocimiento externo.
Las técnicas de artes marciales son armas muy peligrosas y, como tales, es delicado ponerlas en manos de cualquiera que no conozca el correcto modo de empleo o sus posibles consecuencias. El profesor debe responsabilizar a su alumno y su enseñanza debe llegar a ser un método de educación. Pero ¿cómo se puede educar a alguien a quien, en el mejor de los casos, sólo ves 4 horas por semana?
Debe ser el propio estudiante quien, llegado cierto momento, se implique a fondo en la búsqueda del Budo interior, se abra a nuevos caminos, experimente con otros maestros y comparta experiencias y entreno con otros estudiantes, sin abandonar a su propio instructor pero acudiendo a seminarios, leyendo libros y entrenando también por su cuenta. Sólo así llegará quizás algún día el momento en que estará preparado para transmitir su arte a otros y mantener viva la tradición marcial.
Algunos optarán por guardar sus conocimientos para ellos, para su mejora personal y su autoconocimiento, una opción no menos válida, siempre y cuando vaya dirigida a convertirse en lo que mi maestro llama un Tatsujin, un ser humano íntegro.
Llegado a un nivel medio de conocimientos, como en el que creo que yo me encuentro, no resulta nada fácil seguir en el camino, perseverar en el entreno y además dedicar horas y horas de tu tiempo a intentar transmitir ese suave viento marcial que nos anima y que no sabemos si logrará penetrar en el espíritu de los alumnos para alcanzar el objetivo deseado.
Es especialmente en los momentos difíciles, cuando te sientes defraudado por gente en la que habías confiado, cuando cometes un error y debes reconocerlo y enmendarlo, cuando pierdes alumnos porque “no tienen tiempo para venir a entrenar” o porque “prefieren dedicarse a otras actividades”, cuando te asaltan dudas, cuando te duele ver a gente que se aparta del camino con ansias por figurar, por estar por encima de los demás, por las ganancias personales…es entonces cuando uno debe aplicar a fondo una de las máximas de nuestro arte, Do Kyo, cuya traducción aproximada es algo así como “tener el coraje para seguir en el camino correcto sin un objetivo visible aparente”.
Creo que esta máxima puede ayudarnos a superar muchos obstáculos, tanto en nuestra vida marcial como en la cotidiana.
Bufu Ikkan - que los vientos marciales os sean favorables !
Dani - Kôryu -
Pero antes de continuar dejaré bien claro que yo no me considero a mí mismo como tal ni he dejado nunca que mis alumnos lo hicieran, por eso suelo utilizar siempre el término instructor para referirme a mí mismo y ni que decir tiene que mis alumnos me llaman por mi nombre.
Bien pues, una vez dicho esto, sigo. Considero que es relativamente fácil ser un “maestro” de técnicas. Únicamente se trata de aplicarse duramente en el estudio del arte y en el entreno continuado y en tener también ciertas dotes “pedagógicas” para poder transmitirlo y enseñarlo. Pero lo que creo que realmente es muy difícil es llegar a ser un verdadero Maestro con mayúsculas, un maestro marcial y espiritual, un verdadero Guía en todos los aspectos. Esto último es un ideal al que creo que hay que tender, pero en realidad es tan difícil llevarlo a la práctica que muy pocos lo consiguen, y es a éstos a quienes todo el mundo, pertenezca al arte que pertenezca, llama o debería llamar Sensei o Maestro.
El verdadero Maestro debe ser un modelo a seguir, seguro de sí mismo y a la vez humilde, simple y modesto, alguien que no tiene nada que demostrar o probar. Por el contrario, el instructor que busca imponer su criterio, que desea impresionar, que desprecia otros sistemas, no nos engañemos, cualquiera que sea su grado, no es un Maestro.
Hoy día, al menos en Europa y más concretamente en nuestro país, un buen instructor raramente es un profesional, salvo muy dignas excepciones, que también las hay, entendiendo por profesional aquel que vive exclusivamente de su conocimiento de las artes marciales. Como bien decía alguien, quien necesita de sus alumnos para vivir y pagar sus facturas no es maestro de sus alumnos, sino más bien esclavo de los mismos.
Que un instructor tenga pocos alumnos, a mi modo de ver, debe ser entendido en principio como una buena señal, ya que significa que, por un lado, enseña por placer, por amor al arte y no por razones comerciales y/o económicas y, por el otro, no le importará demasiado perder uno o varios alumnos, y en el caso de que otorgue un grado será porque el alumno lo merece y si no se lo da, es que éste aún tiene que trabajar para conseguirlo.
Hablando de los alumnos, raros son los que están verdaderamente dispuestos a seguir el duro camino marcial, a aceptar el sacrificio que supone y a aceptar finalmente su verdadero nivel. El alumno principiante busca un reconocimiento para satisfacer su ego y tener la impresión de existir en el dojo; a veces cree que por el mero hecho de asistir al dojo de vez en cuando y pagar su cuota mensual tiene ya ganado el pase de grado y, de hecho, en ocasiones así sucede. Craso error, pues de este modo dicho alumno aceptará el grado de buena gana, aún si en su fuero interno siente claramente que no lo merece. Por su parte, el profesor que participa en este juego está engañando a su vez al alumno ya que hoy en día no hay sanción contra ello pues estamos en tiempos de paz. En tiempos de guerra la sanción de un mal entrenamiento o de una mala preparación era inmediata: la muerte. En tiempos de paz todo vale, más aún cuando muchos alumnos van al dojo solamente para hacer un poco de gimnasia, ponerse en forma durante un tiempo, encontrarse con los amigos, pasar un rato, etc., y no por el hecho marcial. ¿Así pues, qué podemos pedir? ¿quién busca hoy día la autenticidad?
Como dice mi maestro, deberías estar contento y feliz aunque solamente uno de tus estudiantes consiga seguir en el camino cuando tu hayas desaparecido. Que el arte sobreviva puro e intacto es lo único importante, no las ganancias personales ni el reconocimiento externo.
Las técnicas de artes marciales son armas muy peligrosas y, como tales, es delicado ponerlas en manos de cualquiera que no conozca el correcto modo de empleo o sus posibles consecuencias. El profesor debe responsabilizar a su alumno y su enseñanza debe llegar a ser un método de educación. Pero ¿cómo se puede educar a alguien a quien, en el mejor de los casos, sólo ves 4 horas por semana?
Debe ser el propio estudiante quien, llegado cierto momento, se implique a fondo en la búsqueda del Budo interior, se abra a nuevos caminos, experimente con otros maestros y comparta experiencias y entreno con otros estudiantes, sin abandonar a su propio instructor pero acudiendo a seminarios, leyendo libros y entrenando también por su cuenta. Sólo así llegará quizás algún día el momento en que estará preparado para transmitir su arte a otros y mantener viva la tradición marcial.
Algunos optarán por guardar sus conocimientos para ellos, para su mejora personal y su autoconocimiento, una opción no menos válida, siempre y cuando vaya dirigida a convertirse en lo que mi maestro llama un Tatsujin, un ser humano íntegro.
Llegado a un nivel medio de conocimientos, como en el que creo que yo me encuentro, no resulta nada fácil seguir en el camino, perseverar en el entreno y además dedicar horas y horas de tu tiempo a intentar transmitir ese suave viento marcial que nos anima y que no sabemos si logrará penetrar en el espíritu de los alumnos para alcanzar el objetivo deseado.
Es especialmente en los momentos difíciles, cuando te sientes defraudado por gente en la que habías confiado, cuando cometes un error y debes reconocerlo y enmendarlo, cuando pierdes alumnos porque “no tienen tiempo para venir a entrenar” o porque “prefieren dedicarse a otras actividades”, cuando te asaltan dudas, cuando te duele ver a gente que se aparta del camino con ansias por figurar, por estar por encima de los demás, por las ganancias personales…es entonces cuando uno debe aplicar a fondo una de las máximas de nuestro arte, Do Kyo, cuya traducción aproximada es algo así como “tener el coraje para seguir en el camino correcto sin un objetivo visible aparente”.
Creo que esta máxima puede ayudarnos a superar muchos obstáculos, tanto en nuestra vida marcial como en la cotidiana.
Bufu Ikkan - que los vientos marciales os sean favorables !
Dani - Kôryu -
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Solid_Snake
- Forero Avanzado

- Mensajes: 543
- Registrado: 03 Ago 2004 20:46
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divino guerrero okami
- Forero Nuevo

- Mensajes: 6
- Registrado: 25 Nov 2004 15:51
Konnichiwa Kôryu san
Eso me hace reflexionar todavia mas en el NIN, (perseverancia, paciencia, constancia, etc.) "sufrimiento" tambien lo incluiria, aunque no lo identifiquemos como NIN, es un camino duro y sufrido para un alumno llegar al NIN, por eso con mi humilde opinión lo incluyo en el termino.
Ser maestro es una tarea muy dificil para un instructor, pero al igual que dificil para un principiante seguir el camino del instructor y poder asi llegar a ser un alumno del maestro.
Domo arigato gozaimasu!!!!!!!!!
Buffu Ikkan Kôryu
Ôkami
Eso me hace reflexionar todavia mas en el NIN, (perseverancia, paciencia, constancia, etc.) "sufrimiento" tambien lo incluiria, aunque no lo identifiquemos como NIN, es un camino duro y sufrido para un alumno llegar al NIN, por eso con mi humilde opinión lo incluyo en el termino.
Ser maestro es una tarea muy dificil para un instructor, pero al igual que dificil para un principiante seguir el camino del instructor y poder asi llegar a ser un alumno del maestro.
Domo arigato gozaimasu!!!!!!!!!
Buffu Ikkan Kôryu
Ôkami
Sólo una cosilla, koryu:
Y hay muchos, pero que muchíiiiiiiisimos alumnos avanzados, por no hablar de otros tantos instructores, maestros, maestrillos, etc., que siguen y seguirán toda su vida intentando satisfacer su ego.
Valoro más a los principiantes de "otra clase" que a estos últimos.
Ciao
También existen principiantes de "otra clase", creo que no hay que generalizar.El alumno principiante busca un reconocimiento para satisfacer su ego
Y hay muchos, pero que muchíiiiiiiisimos alumnos avanzados, por no hablar de otros tantos instructores, maestros, maestrillos, etc., que siguen y seguirán toda su vida intentando satisfacer su ego.
Valoro más a los principiantes de "otra clase" que a estos últimos.
Ciao
A veces, en los derroteros de esto que se ha llamado los vientos marciales, uno se siente solo entre la multitud. Es agradable saber que hay otros "locos" en el Camino como Koryu. No se que arte marcial practicas, pero tanto da, solo decirte que comparto 99% tu escrito. Creo que tuve la gran fortuna de aprender "mi arte" con un Maestro (mayusculas) oriental. Lei una vez que un Maestro es aquel que despierta al Maestro que llevas en el interior. Yo no me considero un Maestro tampoco, soy Instructor, ademas, de muy baja graduacion (solamente soy II Dan), en nuestro sistema llamamos Maestro solo a los que tienen de 7 Dan en adelante. Pero si intento dia a dia estar mas cerca de ese ideal que perseguimos, doy clases, aunque no es la base de mi economia. Prefiero perder un alumno que adulterar lo que aprendi. Intento transmitir a mis alumnos no solo la tecnica, sino tambien el espiritu. Pero aun estoy muy lejos.
Creo que es posible enseñar bien y vivir de ello sin adulterar lo que enseñamos. Hay que tener claro que detras de un alumno que se va porque lo que ofrecemos no es "comercial", viene otro con ganas de trabajar de verdad. En mi escuela trabajamos con la premisa de que el objetivo del instructor es que sus alumnos le superen. Yo confio en que algunos o haran.. aunque lo tienen muy chungo...
jajaja
Bueno, un abrazo (marcial) a todos, y desde ya felices fiestas, que luego se me olvida.
Creo que es posible enseñar bien y vivir de ello sin adulterar lo que enseñamos. Hay que tener claro que detras de un alumno que se va porque lo que ofrecemos no es "comercial", viene otro con ganas de trabajar de verdad. En mi escuela trabajamos con la premisa de que el objetivo del instructor es que sus alumnos le superen. Yo confio en que algunos o haran.. aunque lo tienen muy chungo...
Bueno, un abrazo (marcial) a todos, y desde ya felices fiestas, que luego se me olvida.
Hola familia,
Muchas gracias a los que me felicitáis.
Sólo pretendía eso, un poquito de reflexión.
Snake, reconozco que he hecho un poco de trampa
Este post es parte de un artículo que publiqué hace un par de años en una revista. Hoy estaba rebuscando entre mis ficheros, lo he encontrado, lo he leído de nuevo y me han venido ganas de compartirlo, así que lo he refrito un poco y lo he posteado. Es que ya estaba un poco harto de lo que se publicaba últimamente por aquí...
Nativo2, ok, sí, tienes razón, no hay que generalizar demasiado, creo que quizás me pasé un poco con esa frase ya que al leerla así sin más puede dar una impresión equivocada. Obviamente existen principiantes de otra clase aunque hay muchos que empiezan por esa fase y al tiempo cambian de actitud. Por lo menos esa es mi experiencia. Además, para mí el principiante no es solamente aquel que justo empieza, yo considero que mis alumnos están en época de principiante entre el primero y el tercer año de entreno más o menos.
Yo mismo, aunque sea instructor, soy un eterno alumno, avanzado? sí, de acuerdo con los cánones actuales occidentales sí, pero alumno al fin y al cabo. Si contásemos las horas que entrenamos se nos tendría que caer la cara de vergüenza y no tendríamos ni que abrir la boca. Pero en fin, esto es un hobby para el 99% de nosotros. No podemos compararnos con según quien.
Elesar, chapó.
Saludos a todos,
Kôryu
Muchas gracias a los que me felicitáis.
Sólo pretendía eso, un poquito de reflexión.
Snake, reconozco que he hecho un poco de trampa
Nativo2, ok, sí, tienes razón, no hay que generalizar demasiado, creo que quizás me pasé un poco con esa frase ya que al leerla así sin más puede dar una impresión equivocada. Obviamente existen principiantes de otra clase aunque hay muchos que empiezan por esa fase y al tiempo cambian de actitud. Por lo menos esa es mi experiencia. Además, para mí el principiante no es solamente aquel que justo empieza, yo considero que mis alumnos están en época de principiante entre el primero y el tercer año de entreno más o menos.
Yo mismo, aunque sea instructor, soy un eterno alumno, avanzado? sí, de acuerdo con los cánones actuales occidentales sí, pero alumno al fin y al cabo. Si contásemos las horas que entrenamos se nos tendría que caer la cara de vergüenza y no tendríamos ni que abrir la boca. Pero en fin, esto es un hobby para el 99% de nosotros. No podemos compararnos con según quien.
Elesar, chapó.
Saludos a todos,
Kôryu

